Buena suerte, mala suerte, quien sabe…
Hijas, acabamos de volver con papá de un frustrado viaje a Londres.
Ahora que Lola tiene 6 y Ema tiene 3 años, creímos que ya era hora de poder viajar solos a Europa. Estaba muy entusiasmada con la idea y había planeado todo: desde la reserva en un hotel boutique muy top, la ropa elegante y bien combinada que iba a usar, hasta los recorridos que haríamos por las distintas zonas de Londres.
Nada salió como lo planeamos: el viaje tuvo que posponerse 3 días porque un huracán amenazaba con pasar por New York justo el día en que nuestro avión de American Airlines hacia su escala rumbo a Londres. Por eso, cambiamos la fecha de salida y también el lugar de la escala: decidimos ir por Miami. A todo esto, como se trataban de pasajes sujeto a lugar (un pasaje que papá consiguió con la idea de impresionarme viajando en primera clase), previo a abordar en Ezeiza tuvo que comprarse un traje ya que le dijeron que en primera con esa clase de ticket no podía viajar en jean. Hasta ahí, las cosas que nos pasaban eran simples anécdotas. Estábamos tan contentos y felices de viajar juntos que nada nos importaba.
Llegamos a Miami y no pudimos abordar el vuelo a Londres: estaba sobrevendido (por el huracán todos los vuelos tenían complicaciones) y no sabían cuando podríamos viajar rumbo a Londres.
Nos fuimos un poco cajoneados al Jade, pero la verdad es que Miami estaba tan linda, que no me molestaba nada quedarme un día en Miami. Papi estaba empecinado en llevarme a Londres, así que nada iba a sacarle la idea de la cabeza. Decidimos comprar pasajes nuevos para Londres. Por la temporada, el huracán o vaya a saber por que los pasajes estaban carisimos y solo conseguimos lugar en un vuelo con escala en Montreal (Canada).
Finalmente, con nuestro pasaje nuevo parecía que si íbamos a llegar a destino (a todo esto nuestras valijas ya habían llegado a Londres hacia 2 días). Llegamos al aeropuerto, despachamos la valija que habíamos comprado en Miami con toda la ropa nueva y pasamos los controles de seguridad. De repente nos llaman por el altoparlante para que nos presentemos en el mostrador de la compañía: no podíamos subir al avión porque no teníamos visa de Canadá.
Nos empezamos a reír, no podíamos creer lo que nos estaba pasando. Papa seguía con la idea de viajar –ahora ya a cualquier lugar de Europa- así que llame a la compañía para que me cambiaran los pasajes, pero me dijeron que esos pasajes no se podían cambiar ni tenían devolución.
Tal vez en ese momento si me puse un poco mal. Papi seguía con la idea de viajar a toda costa, pero yo ya estaba cansada de todo y quería quedarme en Miami, que después de todo es una cuidad que amo y en la que me siento feliz. Mi postura era: Si la vida te dá limones, hacé limonada. La idea del viaje era estar juntos, pasarla bien y la verdad es que con su papá l paso bien donde sea!.
Bueno, les resumo: finalmente nos quedamos en Miami, en el Jade, que estaba hermoso, nos tocaron unos días divinos y disfrutamos mucho juntos. Compramos cosas lindas y muchos juguetes para ustedes. La compañía aérea accedió a cambiar los pasajes a Londres para el año que viene (así que ya tengo asegurado un viaje con papi)
Todo lo que nos pasó podríamos haberlo vivido con angustia, bronca o enojo pero la verdad es que siempre tomamos todo con mucho humor. Era como una aventura en la que no sabíamos que iba a pasar a continuación.
Todo esto me hizo acordar de un cuento chino que una vez me contó mi psicóloga Patricia. Decía así:
Había una vez un anciano labrador que tenia un viejo
caballo para cultivar sus campos. Un día, el caballo escapo a las
montañas. Cuando los vecinos del labrador le dijeron que mala suerte
tenia por perder el caballo, el les replico:
¿ Buena Suerte?, ¿ Mala Suerte? ¿ Quien Sabe ?
Una semana después el caballo volvió trayendo consigo una manada de
caballos salvajes. Entonces sus vecinos felicitaron al labrador por
su buena suerte y este les respondió:
¿ Buena Suerte?, ¿ Mala Suerte? ¿ Quien Sabe ?
Cuando el hijo del labrador intento domar uno de aquellos caballos
salvajes, se cayo y se rompió una pierna. Todo el mundo considero esto
como una desgracia. No así el labrador, quien se limito a decir:
¿ Buena Suerte?, ¿ Mala Suerte? ¿ Quien Sabe ?
Unas semanas mas tarde, el ejercito entro en el poblado y fueron
reclutados todos los jóvenes que se encontraban en buenas condiciones.
Cuando vieron al hijo del labrador con la pierna rota, lo dejaron
tranquilo. ¿Había sido buena suerte?, ¿Mala suerte?, ¿ Quien sabe ?.
En definitiva, todas las experiencias que tenemos en la vida son capítulos de una larga historia. Todo lo que a primera vista podría ser malo, puede resultar bueno después y viceversa. Hay que disfrutar de los capítulos buenos, en los que nos pasan cosas buenas, y saber que cuando nos toquen capítulos malos o tristes, estos pronto van a pasar, que algo bueno puede pasar en la próxima pagina.
Y en este caso… que es lo bueno que paso, despues de un viaje con tantos contratiempos? Bueno, la verdad es que la pasamos muy bien, nos reímos mucho, charlamos mucho y nos enteramos que van a tener un hermanito….
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